Juntar a las camadas fue un hermoso sueño hecho realidad: la vida del Club Estrella en los años 50, 60 y 70

—Veo, veo…
—¿Qué ves?

—Una cosa
—¿Qué es?
¡El homenaje de la Liga Amateur!

Veo que los abrazos no cesan, que las caras están desencajadas de alegría y bajo un manto de cielo pintado de azul, en un sector de la tribuna visitante, una mujer que pertenece al club visitante está muy sorprendida.
«Señor, ¿¡Qué está pasando!?».
Cómo explicarle que no se ven hace más de cincuenta años, que en sus conciencias ven una chispa del brillo de sus juventudes, cuando jugaban buen fútbol y comían asados, entrenaban dos veces; iban a los bailes, y que hoy la vida les permite cosechar algún aplauso, la cosecha de los sentimientos puros, tan puros como la mirada de sus hijos y nietos que los acompañaron hasta el Club Atlético Estrella.
Convocados por la Liga, estamos en una cancha que no es la misma de aquellos tiempos. Porque desde 1995 las circunstancias lo llevaron a este terreno de las calles 8 y 169, Berisso, quedando el mito de los años en que jugaban en Domingo Leveratto (hoy la 8) entre Asunción (163) y Habana (164).

A ese campo le decían “El Cajón”, por sus medidas reducidas. El barrio se congregaba ahí o en la cancha de basquet cercana, la de calle 8 entre 165 y 166. Una institución en la que se priorizaba también lo social y lo cultural. La Biblioteca «Pestalozzi» llegó a reunir 6.500 asociados que estudiaron por ese sueño de ser un profesional, como llegarían varios jugadores, como José Luis Kelly, ingeniero químico y luego docente universitario, que pateó en «La Cebra» y más tarde en Nueva Chicago.

Incipientes años 60. Pipastrelli, Acosta, Jorge Rey, Funes y Kourtis. Detrás, una construcción que pronto será la Biblioteca

El primer homenaje a las camadas quedó guardado en la memoria de las memorias: sábado 7/10/2023, cuando se abrió la tercera fecha del Clausura con un magro empate 0-0 con Asociación Iris.
Vimos a los que jugaron en el Estrella de 1968, que se alzó con un título después de 19 años… el Estrella de 1970 que obtuvo los tres trofeos anuales… el Estrella del Regional 1971 que se clasificó a la última fase, umbral que al otro lado les mostraba el fútbol grande profesional, porque tuvieron seis partidos donde el examen aprobado los dejaba en el Nacional A (Primera división de la AFA)… Vimos a los ídolos de Estrella de 1978 que cortaron la hegemonía de un glorioso Villa Montoro.

Compañeros a los que la vida dispersó y a los que la Liga encontró en una maravillosa tarde primaveral

La búsqueda fue incesante, desde los números telefónicos que abrirán charlas y puertas de familias. Desde la visita a las Hemerotecas que nos permiteron ver las noticias deportivas, hasta los álbumes fotográficos que vimos con locura, recopilación que da para un futuro libro. Con fechas, con formaciones de equipos. Mil horas de investigación, que generó el boca en boca por las calles de Berisso, Ensenada y La Plata, donde están viviendo los ex jugadores y dirigentes. Fue girar la perilla del tiempo… ¡sesenta años hacia atrás! La gente se alegró tanto con la información que daba la Liga, que el dueño de una radio cedió un espacio para el programa especial, que «anunció» la fiesta.

En la 88.5 convocamos a parte del equipo del Regional 1971, con Valenti, Langone, Formeiro y Jorge Rey

Varias rondas de café, alguna de muzza y una pastafrola preparada por una señora esposa; una visita a la vieja cancha donde posaron para la foto «cinco puntas de esa Estrella» (hinchas de toda la vida), Roberto Reichman («Tito» salió a imagen y semejanza de su padre Enrique y lo siguieron sus hijos Mellizos), Pedro Corazza («Chiche» fue representante del Club ante la Liga y de ésta en el Consejo Federal), Pablo Cazzulo («El Flaco» fue vocal y capanga del fútbol durante treinta años), Angel Asborno («El Baba», crack con cinco títulos oficiales, unas vueltitas en reserva como DT y presidente 2003-2005), y Alfredo José Calserasa (hijo de quien fuera el tesorero en la época en la que a punto estuvieron de subir al escalón más alto de la Asociación del Fútbol Argentino).

Reichman, Corazza, Pablo Cazzulo, Asborno y Calserasa, en el predio donde hoy juegan las infantiles

Hay que entender cómo era la vida para saber del valor de un Club, donde se juntaban grandes y chicos por esparcimiento. No estaba la fiebre de un fútbol industria del espectáculo, de cifras astronómicas que se impuso en las últimas tres décadas.

Este homenaje empieza en los cincuenta, años que conserva en la memoria Pedro Corazza (11/2/1940), que fue un chico de la Cuarta de 1957 (una de las primeras que se formaron en la historia Liguista). «Nos dirigía Rodolfo Cuff, al que le decíamos el Inglés, un hombre que influyó en nuestra formación. El día que debutamos, se acercaron dos personas que fueron medio corazón de Estrella, Olmi Filgueira y Atilio Canutti, diciéndonos que lo principal no era ganar, sino competir y portarnos bien”, resumió «Chiche». El equipo: Barreto; Graciani y Corazza; Moreno, Albanesi y Barroso; Massa, Rodríguez, De Giuli, Carducci y Bulich.

Adelante, muchachos. El ex dirigente De Simone, Dubuch, Tiburzi, Teves, Vanza, Abalos, Kourtis y Russo

Otra Cuarta en 1965, cuando el club entonces era presidido por Adris Jalil y en la vicepresidencia tenía al incansable José Asquieri, festejó un título aquel domingo de octubre (día de la Madre) y en el buffet se preparó una mesa a la que se sumó el periodista Fair Play (así firmaba) apuntando en su crónica que «los directivos, jugadores de cuarta y de otras divisiones, allegados y chicos de Circunvalación, disfrutaron de un sencillo y emotivo acto». Eran 19 jovenes promesas: Daniel Biagiola, Osvaldo Iriarte (capitán), Carlos Tachi, Jorge Georgieff, José Luis Kelly, Eduardo Pipastrelli, Omar Ríos, Hugo Rodríguez, Juan Oviedo, Oscar D’Angelo, Iván Ivanoff, Raúl Acosta, Juan Prochorzuk, Daniel Leonio, Carlos Tavares, Pedro Di Lorenzo, Raúl Martínez, Rolando Valdez Raúl Salinas (padre de Rodrigo Salinas, hoy goleador y un trotamundos del fútbol, ex Vélez). Los dirigía con apenas 23 años Oscar Barroso, y de todo se acordaba Carlos De Simone, quien había sido el delegado del equipo.

Los delanteros de la Cuarta de 1965: Acosta, Georgieff, Ivanoff, D’Angelo y Pipastrelli

Hacía tanto que no se veían y la razón está en cambios de la vida, como las mudanzas a La Plata, o bien porque muchos «ya veníamos desde La Plata». Muchachos de los años en que Berisso recibía a millares de trabajadores en sus frigoríficos; como el Armour, que funcionó hasta 1967, y el Swift, que llegó a tocar los 80. Muchos, durante «il laboro», llegaban a negociar para que algún crack fiche para las nuevas «Cebras». —»¿Venís a jugar para Estrella este año?”.
—“Pero mirá que no puedo entrenar”
Eso le contestó Rodolfo Rigo (20/9/1945) a un amigo. “Yo era salidor, salí campeón en la Villa y dejé de jugar… Hasta que en el frigorífico me convencieron de Estrella y terminé en el mejor grupo de amigos.

1967, Primera. El diseño que dio origen a la «Cebra». Parados: Monti (masajista), Ridella, Antonio Aued, Bozzoleti, Oviedo, Talone, Jorge Ciarlone y Bosich; abajo: Pipastrelli, Acosta, Jorge Rey, Funes y Kourtis.

«Las Cebras» empezaron en 1967. Así les apodaron con buen humor al estrenarse un juego de camisetas.
Los clásicos fueron con Villa San Carlos hasta 1966, año del último oficial, cargado de pica. Peleando el título, se enfrentan en «El Cajón», a dos fechas del cierre. Los visitantes querían el sexto título en fila y el octavo de su historial en la Liga. «Les ganamos 2 a 1, con un un gol al minuto de cada tiempo, uno de Coquete Ojeda y otro de Gonzalito», rememora De Simone. En los papeles, le cortaban una racha invicta de 17 triunfos y 7 empates, un año exactamente. “Fuimos a tocarles el bombo hasta un bar donde ellos se juntaban”, ríe el cordobés Juan Oviedo, capitán. Quedaban igualados en 33 puntos, pero Estrella no pudo con Villa Albino, mientras San Carlos logró el triunfo y egresaba con «el título» rumbo a la AFA. Entonces, la marcha de la gastada fue en dirección contraria, porque los bullangueros del Celeste se dirigieron a la pizzería «Lo de Salo» (donde se juntaban los de Estrella).

Había un hombre que hacía largo rato merecía un reconocimiento. Jorge Rey (12/10/1945), «El Zorro», por sus años de cortos dando «leña» y muchos otros como espectador dando «afecto».
Símbolo de Estrella que con los ojos humedecidos por la emoción revivió con silencios y palabras: «Esta institución fue un culto a la amistad, y resalto el hecho de haber venido de otro lugar y que nos recibieran como a un berissenses más”.
El torneo de 1968 se estiró y el equipo de «El Turco» Jorge Appas aseguró el cetro en Los Tolosanos, el 5 de enero de 1969, al ganarle 2 1 a El Cruce, a un club debutante ese año. Los once albinegros: Pérez; Formeiro, Oviedo (C), Héctor Rey; Battilana, Prochorzuk, Jorge Rey; Mario Epeloa, Rigo y Kourtis. Arquero suplente (único cambio permitido) fue Velazquez. Fue la sexta estrella del historial, después de la anotada en 1928, 1937, 1940, 1948 y 1949.

Momento de alegría de un histórico «5» de Estrella, Jorge Rey, frente a toda su familia y compañeros

En los albores de la década del sesenta empezó a nombrarse a José Manuel Vicente. «Chiche» fue socio, entrenador de una categoría juvenil y al final Presidente de 1989 a 1992. Ejemplo de solidaridad, durante su gestión el Club Estrella consiguió que el Municipio, a través del Consejo Deliberante, disfrute hoy de un campo de juego que, precisamente, lleva su nombre a pesar de la ausencia de una plaqueta o leyenda. Sus hijos Mariano y Marcelo Vicente son permanentes seguidores y estuvieron en el homenaje, donde se escuchó el nombre de «Chiche», todo un profeta en su tierra.

Un hijo de «Chiche» Vicente abrazado a Asborno. El titular Liguista, Campano, conmovido

El reencuentro de Héctor Oscar Massa (20/9/1944) y Roberto Ridella (4/4/1946) fue para un cuadro aparte. Evocaron a un maestro que tuvieron en común, don José María Silvero, que en 1964 fue el orientador de Estrella en un hecho sin antecedentes ni precedentes, ya que era crack y campeón en el Xeneize y al mismo tiempo (durante una lesión) se largaba a la experiencia de entrenador. El guerrero correntino vivía en La Plata y venía a Berisso a cenar con amigos de Estrella. Ese año Boca cayó ante el Santos de Pelé en la definición de la Copa Libertadores (sin Silvero, que jugó los primeros partidos).
Ridella debutó con 17 años en el primer equipo de Estrella gracias a sus condiciones y a la confianza de aquella celebridad del fútbol, «Guardo una nota titulada ‘Estrella, River y Boca’, porque jugaba en la Cebra, yo soy de River y Silvero me llevó a una prueba en Boca”. Como a tantos pibes, que se probaban sin representantes, le pasón de todo. «Como el presidente de Estrella era muy pincha, no me dieron el pase; pero me fui a probar a Racing y jugué en Tercera, el año que fue campeón del Mundo».

Oscar Barroso es el primero desde la izquierda, quien pronto tomará la dirección técnica ante una lesión

Massa tuvo una «desgracia con suerte», ya que se lesionó y Silvero lo vio con tantas inquietudes y feeling, que lo llevó a trabajar en los primeros clubes de AFA que tomó Don José: Cambaceres, Boca (campeones del Nacional A de 1970) y Rosario Central. Hasta que se lo recomendó a otro gigante, Alfio Basile, del que es amigo (Massa fue parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina ganó la Copa América de 1991).
Por su parte, Ridella tuvo resonantes logros junto a Ricardo Rezza, registrando tres ascensos a Primera A, con Gimnasia y Tiro de Salta (1993 y 1997) y Belgrano de Córdoba (1998) y luego fue cabeza de cuerpo técnico en Defensa y Justicia, ¡y condujo a Estrella en 1990!
El semillero de Berisso era cosa seria, y por algo Estrella logró vencer a Estudiantes en 1 y 57, durante una práctica ante la famosa «Tercera que Mata», dirigida por Ignomiriello.

Massa y Ridella, en octubre de 2023, como en aquel Estrella de 1964, dirigidos por un ídolo de Boca

Barrio «Las 14”. Así se conoce a una parte de Berisso en la que se construyeron las primeras catorce casas. «De ahí salimos todos de Estrella», se enorgullecen hinchas y jugadores, de ayer y de hoy. Ahí vivía Delfín Aparicio Ojeda (fallecido), “El Negro Coquete” tal cual lo nombran cuando ya no está pero sigue el gran asombro por el centrofoward gambeteador que fue, «de los mejores que se vio en la historia de la Liga».
Del mismo arrabal surgió Antonio Aued (24/2/1942), de padre libanés y madre argentina, que en la fiesta recitaba “la defensa de Estrella por muchos años fue Barreto al arco; Juan Canone y yo». Su sobrenombre de «Mirola» volvió a sellarse en el éxtasis de un abrazo con el fortachón defensor. Otro vecino de «Las 14», hoy residente de Mar del Plata, es Eduardo José Russo (6/4/1943). “Yo era centrojás cuando la delantera era Bordalecu, Marciunas, Curciarello, González y Pozzi; ganamos la copa Quincena Deportiva que se hizo en Estudiantes, año 66″, tiró «El Cholo».

Feliz postal del reencuentro, cuando los ex jugadores llamaron al periodista Gabriel López para la foto

Mario Aued (10/8/1948), hermano de Antonio, no dejó pasar una frase de cabecera: “El que no tiene amigos y recuerdos es que no pasó por la vida”. Los dos vistieron la albinegra y llegaron a recibirse de médicos; hijos de un libanés y una argentina. Mario tuvo la continuidad del amor al fútbol en su hijo Mariano Aued, tricampeón liguista 2006-2007, con Estrella.
También había platenses, del potrero que abundaba en esos años en la capital bonaerense, entre ellos, una figura en el mediocampo del Estrella ganador del 68, Angel Carlos Coria (8/5/1948): “A mí me trajo Cacho Montes de Oca, que laburaba en el frigorífico”, y a su vez Coria reconoce que acercó al hombre gol, Osvaldo Acosta (15/10/1947), “Cicuta”, que no ocultó su escaso apego a las prácticas. “A mí dejame jugar, y de nueve, ni siquiera de win, porque tenía que esperar mucho la pelota», se auto complace.

Penal para Estrella, gol de Osvaldo «Cicuta» Acosta, quien terminó en Huracán de Corrientes

De boca en boca, Coria y Acosta, que vivían en el mismo barrio Villa Lenci, le dijeron a un «5» que había quedado libre en Gimnasia y era vecino, Luis Mario Sasso (13/1/1949). “Eran tantas las ganas que salía del laburo y me tomaba dos micros hasta Berisso», dice «El Cabezón» Sasso, quien a los 74 años sigue pateando.
“Ese del 68 era un equipazo, unos leones”, afirmó Juan Carlos Herrera (15/2/1947), un santiagueño que se crió en la Nueva York donde lo conocen por “El Guito”.

Sasso, Coria, Acosta. Del mismo barrio Villa Lenci, tres amigos que defendieron con gloria a la «Cebra»

La gratitud de encontrar a un flor de tipo y de delantero, Eduardo Pipastrelli (19/7/1949), quien «tenía una ilusión y era jugar profesionalmente. Estrella se portó bárbaro, porque me dieron el pase a Banfield y no le pidieron dinero, porque si no me cortaban la chance». Disfrutando de la jubilación (como técnico industrial), explicó que «siempre viví en La Plata, fue mi viejo el que me llevó a Estrella, porque él y su familia eran de Berisso, mi abuelo vino de Udine, Italia». Llegó en 1965 para la Cuarta y en 1967 jugó en la Primera. Su sueño de jugar en lo más alto fue en 1974 donde anotó un gol insólito en el contexto de un partido récord: la goleada de Banfield 13 a 1 sobre Puerto Comercial de Bahía Blanca (aún no se superó una diferencia tan grande de goles en el círculo privilegiado del fútbol de AFA). «Pipa» se fue a Platense y también ascendió, y jugó otro poco en el Nacional A de 1977, mismo año en que un médico le dijo: «Tengo que operarte, pero si lo hago solo vas a poder caminar. Entonces, preferí seguir jugando y vine a Estrella. Y la verdad que acá jugábamos con alegría”.

Norberto París, Ruben Aguirre y Eduardo Pipastrelli (de bigotes y la número 6, en su retorno a Estrella)

En la zona de Villa Elvira, Héctor Rey era palabra mayor en los torneos relámpagos. zurdo que salía con la pelota y las ideas claras. Llegó a Estrella luego de un paso largo por Estudiantes en donde jugó hasta Reserva en 1964. Y se dio el gusto de jugar con sus hermanos Jorge Rey y Norberto Rey, «Quique», quien se sumó en la década del setenta pero no fue campeón.

La familia Rey, a pleno sol y fútbol, en el homenaje de la Liga: Tadeo, Sandro, Jorge, Christian y Héctor

Las figuras han cambiado, tanto por el cuerpo y su natural vejes, como las costumbres y la fisonomía de una ciudad. Es la vida. Entre las figuras destacadas de Berisso había un preparador físico que en 1967 fue campeón de América e Intercontinental con Racing Club de Avellaneda. Sobre la avenida Montevideo, entre Callao y Nápoles, se encontraba la proveeduría deportiva del que era propietario, “Ojeda Deportes”. Solía asesorar al Club Estrella, a todos sus jugadores en temas físicos, recomendar qué hacer frente a una lesión, y una de las razones fue que su amigo Juan “Pancho” Prochorczuk, era defensor de Estrella y el encargado del negocio que tuviera cinco sucursales en La Plata, Ensenada y Berisso.

Racing de José Pizutti, con manos en jarra, y el berissense Rufino Ojeda (foto: revista El Gráfico)

Estrella era una familia bien de barrio. José Asquieri fue el presidente de 1968 a 1971, que solía aparecer con su carro de lechero, cortar el pasto o atender lo urgente. Entre 1972 a 1974 fue mandamás Francisco Pérez. En 1975 la elección recayó en don Luis Di Camilo. De 1976 a 1978 fue el tiempo de Mario Cassen, hombre que tuvo parrillas (entre ellas, la de Estrella) y entrenaba al básquet albinegro, que fue furor tanto como el fútbol.
Ya desaparecidos físicamente, pero muy presentes en el eco de de las voces, se nombra a “Chacarita” César Berutti y al “Loco” Oscar Silvetti, «tipos apasionados, que nos tenía cortitos y nos cuidaban». Por el club hacían todo, buscaban beneficios para el jugador, como alguna vez fue la sesión de baños turcos. Cada verano causaba furor el baby fútbol. Y la pista de baile empezaba a dar familias de ADN albinegro.

Temporada 1968. El buffet, que alguna vez regenteó Mario Cassen (presidente), con jugadores e hinchas

Un gran «padre futbolístico» fue Oscar Pedro Barroso, que ya con 27 años dirigía de saco y corbata, un vecino que vivía cruzando el canal, sobre la calle Londres. Las calles de Berisso tenían nombres de puertos y de capitales europeas. Espíritu introvertido, docente por vocación y con un altísimo grado de exigencia, terminó siendo un DT firme que sacó campeón a Estrella en una ráfaga de tres torneos en 1970.
Héctor Rey (6/3/1941) evoca “yo siendo jugador era un año mayor que Oscar, que era de clase 42”.
La hermana del DT, Inés Barroso (hoy integra la Comisión Directiva de ADIP) confesó que “Oscar tenía la posibilidad de ser odontólogo, quería darle el gusto al padre. Pero algo más había en él, ¡locura por Estrella!”. Un hijo de Inés, Leonardo Cirese, era la “mascota» del equipo que escribió una página inolvidable en nuestra historia liguista.

Parados: Barroso DT, Aguirre, Héctor Rey, Formeiro, Pintos, Pérez. En cuclillas: Langone, Ponce, Martínez, Asborno, Cline y Jaidar. De los niños, el primero es Fernando Botto (cardiólogo) y el rubio es Leo Cirese

Enrique Pérez, «Quique», fue el arquero, al que la vida nos arrancó hace tiempo. Llegaba en motocicleta vestido de traje porque después de atajar debía presentarse a trabajar en el departamento de Policía.
El fútbol no garantizaba un porvenir económico como pasa hoy. Así lo aseguran tantos que llegaron con su sabiduría a cuestas. Raúl Valenti (25/8/1951), con semblante sereno y colmado de agradecimiento, ha recordado ser “el segundo arquero, atrás de Quique; Barroso me puso algunos partidos en la Primera de la Liga, cuando los titulares jugaban el Regional del 71. Al otro año fui dejando porque como estudiaba en la Universidad, los sábados a la tarde tenía que dar Física 2″. Ese ingeniero que llegó con su hijo y dos nietos nos hizo divertir mucho cuando tarareaba cada dos por tres la canción que inventaron con famoso estribillo de la banda inglesa The Beattles, «Obladí, Obladá»: “Dale Ce, Dale Ce, dale Ceeebraaa, la-la-la-la-lá“.

El ex arquero Raúl Valenti, saludado por todo el Club Estrella. Estuvo con sus nietos y un hijo

Los diarios son testimonios, fuentes confiables. Y el vespertino GACETA de la Tarde le dio nombre y copa a un torneo (paralelo al oficial) que ganó Estrella. Fue la primera edición, en una sola final, en Villa Albino, la cancha neutral donde en medio del barro edificaron una goleada 5-3 sobre San Martín de Los Hornos. Se jugó el 21 de junio de 1970, mismo día que Brasil vencía a Italia en la final del Mundial de México.
El 24 de octubre, curiosamente en Ensenada, pero en la cancha de Cambaceres, logró superar en la gran final de la Liga (temporada 1970, oficial) a Deportivo La Plata, tras el 0 a 0 que incluyó el alargue, fueron a la definición por penales, con un orden distinto al que se conoce hoy. Primero pateaba un solo equipo, que podía optar por un mismo jugador. Ese fue “Cicuta” Acosta, que convirtió cuatro de cinco; cuando le tocó al “Depo”, fue el recordado “Congo” Escudero (¡que era cuñado del nombrado Acosta), falló en dos tiros y el festejo fue de Estrella que conseguía por séptima vez la corona de la Liga. El equipo: Pérez; Formeiro, Prochorzuck, Héctor Rey (C), Battilana; Sasso, Coria, Asborno; Cazzulo, Cline, Acosta. En el minuto 75 Pintos ingresó por Coria. En total, el campeón metió 36 goles (11 de Acosta, 8 Valentín Pérez Aguirre, 6 Cazzulo, 5 Sasso, 4 Cline y 2 Asborno.

De pie: Lolhaberry (utilero), “Quique” Pérez, Asborno, Fomeiro, Sasso, Protzukov, Héctor Rey, Barroso (DT); en cuclillas: Valenti, Cazzulo, Coria, Pérez Aguirre, Cline y D’Angelo.

La ciudad de La Plata festejaba su aniversario y la Municipalidad patrocinó la Copa «Quincena Deportiva», cuya organización corrió por cuenta de los dirigentes de la Liga. A la final llegaron Estrella y Everton, que tuvo escenario la desaparecida cancha de Los Tolosanos, donde goleó la «Cebra» 4 a 1 (primer tiempo, 25 minutos Cazzulo, 37 Coria; segundo acto, a los 5 y 8 minutos, Acosta y Asborno, respectivamente; achicó la distancia Berhuard para los auriazules del Parque. «Pudo haber sido más holgado si el vencedor no sufría un profundo bache en los veinte minutos finales», dice la crónica de El Día. Para ese momento ya Barroso era DT de la Selección y citaba a Jorge Rey, Coria y Acosta.

Carlitos Coria en un abrazo con el presidente de la Liga Amateur Platense de Fútbol

El año 1971 fue una raya marcada a fuego de esa «Cebra», ya que la Liga Amateur tenía su primer cita en el torneo Regional. No solo jugó, sino que avanzó hasta las instancias finales. El premio era muy grande: de esos campeonatos iban a surgir 7 clubes de las Ligas, para el Nacional A de la AFA (bien recordará el lector que éste sistema de torneo perduró desde 1967 a 1985).
Entre el 25 de abril y el 27 de junio Estrella afrontó los partidos del grupo inicial, con cinco equipos, de los cuales solo “pasaba” uno. Y sumó 14 puntos de 18 posibles, dejando atrás a Cañuelas FC (el mismo que hoy participa en la B Metro), Atlético Chascomús, Avellaneda de Las Flores y La Victoria de Roque Pérez, equipo representativo de un pueblito llamado La Paz Chica. “Esta primera etapa se llamó Pro Regional y en realidad la organizó la Federación del Este”, afirmó Eduardo Morales, historiador de nuestra Liga.

Día histórico: 25 de abril de 1971, el primer partido de un club de la Liga Amateur por el torneo de AFA

Siguió con choques a eliminación directa ó playoffs, a dos partidos. Pasó ante Paraná de San Nicolás (el 14 de julio, 1-1 en Berisso, y a los cuatro días triunfazo 1-0 de visitante). El siguiente fue Huracán de Tres Arroyos (el 25 de julio, en «El Cajón», hizo la diferencia 2-0, y la vuelta pese al 0-1 le dio el pasaporte).
Llegó así a la final del «Este», con muchas ganas pero menos jugadores. A la fuerza, tuvo que despedir al «Cabezón» Sasso (a Boca de Tres Arroyos) y a Coria (a Atlético Regina de Río Negro) y al artillero Acosta (a Huracán de Corrientes).
Tenía un rival de fuste, Ever Ready de Dolores, rival con inversión concreta de buenas sumas de dinero que se vio en sus jugadores: Roberto Cicora («El Huevo», desvinculado de Español, club al que había ido en trueque por Bilardo, que pasó a Estudiantes en 1965), Julio Novarini («Coco», un centrojás y caudillo surgido en Gimnasia y con pasado en Boca), un puntero cordobés Pedro Marchetta («El Negro», ex Racing, que tan solo unos meses antes jugaba en Deportivo Quito de Ecuador). Ah, el arco tenía a otra cara famosa, Mario Rodríguez (ex San Lorenzo). A todo esto, dirigidos por Jorge Maldonado (“Chivita”, quien fuera capitán del primer Independiente campeón de América). En la semifinal, Ever Ready había vencido a Kimberley de Mar del Plata.
Pese a las diferencias en todos los sentidos, y al 0-3 que le propinaron en la ida, en Dolores, la camiseta de Estrella brilló en un épico domingo 14 de agosto de 1971, seguramente, el partido más emotivo de la historia del club, remontando «a todo coraje» (título del diario Gaceta), devolviendo el cachetazo del 3-0 (goles de Pedro Martínez a los 13 minutos del primer tiempo, y doblete de Juan Carlos Ponce a los 31 y 46 minutos del complemento) y ser protagonistas en la definición penales.

Palomita del «Colo» Cazzulo que tapa Mario Rodríguez, ex «1» de San Lorenzo, refuerzo de Ever Ready

Aquella tarde alistaron a Pérez; Formeiro, Héctor Rey, Jorge Aguirre, Langone; Martínez, Juan Pintos, Asborno; Cazzulo, Ponce y Bonet.
“En Ever Ready la habíamos pasado mal, no nos dejaban ni levantar del banco”, cuentan. Y con una risa piadosa, reconocen que “cuando vinieron acá…. Bueno, alguna ayuda del asistente tuvimos. «En el segundo gol el Yayo Langone lo tiró al arquero para adentro con pelota y todo y el referí no cobró nada”. El platense Cicora, pasados 52 años, también comenta socarronamente que «localistas» se volvieron los de la terna arbitral en la revancha.

Postal de aquella final del «Este», donde Estrella clasificó por penales.

La definición por penales el sistema de tirar los cinco de un lado y luego pasar al rival. Primero fueron los de Ever Ready: Gallol (gol), Novarini (atajado), Aguirre (desviado), Cicora (atajado) y Barreiro (travesaño). En el turno de los locales, hubo que esperar a que la gente eufórica volviera a sus lugares, porque habían invadido el campo de juego, en partido que tuvo demasiadas irregularidades. El primer tiro de Martínez fue atajado por el arquero suplente visitante, y luego vinieron los goles del «Negro» Aguirre y Formeiro.

Carlos Formeiro, el mismo que, de tiro penal, selló la clasificación más linda en 101 años

Llegaba el Cuadrangular Final, con los mejores de la la Provincia de Buenos Aires, que se repartía en cuatro jurisdicciones. Además del Este (Estrella), estaban las federaciones del Norte (Del Progreso de Mercedes), el Sur (Huracán de Ingeniero White, Bahía Blanca) y el Oeste (Atlético Rivadavia). Dirimieron quién se transformaría en equipo del fútbol profesional, pero antes debían cotejar de ida y de vuelta. Para Estrella, a 48 horas de la hazaña, lo esperaba Bahía Blanca y el rival de mayor riesgo.
Ese «Globo» sacó una diferencia de 3-0 en el inicio y empezó a palpitar otro regreso a la Primera A, donde estuvo en 1968, con un resultado sorprendente: venció al Estudiantes de Zubeldía 1-0, y tan solo perdió por un gol ante el Racing de Pizutti 2-3 y ante el San Lorenzo campeón, aquellos «Matadores», 2-3.

Revista El Gráfico, con un informe de Huracán de Ingeniero White, el bravo rival que tuvo Estrella

Estrella tenía a sus chicos con hambre de gloria, sustentando su ilusión en el amor a la camiseta. Era tan diminuto Abel Omar Jaidar (19/4/1951) que lo aporon “Lechuza”. «Debuté ante una lesión de Cazzulo», recuerda perfectamente. “Pero me quedó el apodo de “Kito” por un médico que ayudó a curarme del asma”, se suelta aquel número 7 que vivía en el mismo barrio de la cancha (hoy está en Avellaneda).
Si el grupo humano era importante, valga el siguiente ejemplo que le tocó a Jaidar: “Se prendió fuego la casa de mis padres y todos los jugadores donaron un premio que nos habían dado por la campaña”. Al borde de las lágrimas durante el homenaje, se vino de paseo con su mujer y cuando encontró la cancha, dialogó con un par de muchachos de la Cuarta.

«Kito» Jaidar era un juvenil que subió a Primera en el Regional 71. Se saluda con un jugador de inferiores

Barroso buscaba jugadores templados, de buen físico y seguros. Logró el pase de Gimnasia del berissense Ramón Gómez (27/3/1945), quien recordó haber abandonado su carrera profesional «enojado por cosas que no me gustaron del técnico; llegué a jugar hasta la Reserva y contra Boca marqué a Grillo”, comentó el hombre que no salía del asombro por esta fiesta deportiva.
Al Club Pettirossi de Ensenada el conductor Barroso pidió a Jorge Oscar Aguirre (1/8/1945), a quien había convocado en la Selección. “Llegué para el Regional y me quedé un año más”, contó el «Negro», defensor central, que estuvo acompañado por una nieta, mientras otro nieto hoy «juega para Las Malvinas (Mateo Rey).

«Beto» Pietro Battista recibe al «Negro» Jorge Aguirre, figura del equipo de 1971, acompañado de su nieta

El histórico Regional tuvo otras caras, y en el ataque fueron tres los que fueron recambio: desde Everton vino Pedro Martínez, y viajando desde Verónica Ruben Bonet; mientras que el pase de “La Mari” Ponce llegó desde la Liga Marplatense.
Ubicamos a Ruben Bonet (28/9/1948), quien vive en Santiago del Estero, ciudad de Fernández, que vía Watshapp nos mandó unas sorpresas: “Mirá qué foto, tenía 22 años, me masajea Berutti, y está al lado mío Ponce, ¡qué 9!. Jugué en varios clubes del interior, y uno tiene la camiseta igualita a Estrella, Central Córdoba de Santiago del Estero». Además, en 1977 compró su pase Belgrano de Córdoba para jugar el Nacional A.

«Chacarita» Berutti masajea a Bonet, mientras miran «Yayo» Langone, Ponce y Formeiro, de campera

Hincha de Estrella desde la cuna, Alfredo Calserasa (17/12/1947) tenía 24 cuando alentaba en ese torneo que pudo haber sido una hazaña. “Esos tipos vinieron acá un día antes, en avión, concentraron en un hotel de La Plata. Nosotros no teníamos nada, a las corridas para buscar un micro que encima se rompió cuando ibamos para Bahía”.
Un micro de fanáticos (que llegó antes que el plantel) alentó aquella tarde fría del martes 17 de agosto de 1971 a Pérez; Formeiro, Aguirre, Héctor Rey, Langone; Asborno, Pintos, Cline; Martínez, Ponce y Jaidar. En la segunda etapa —al reiniciar— Prochorzuk por Aguirre y a los 44 Cazzulo por Jaidar.

Imagen del debut de Estrella en el Cuadrangular. Huracán tuvo 8 jugadores que ya habían jugado en la A

Los que pasaron por la experiencia de jugar en la cancha bahiense, siguen sorprendidos por una circunstancia inesperada: “Dos goles los hizo el viento; sacábamos del área chica y la pelota no salía del área grande, volvía”. Mario Aued dice que «Barroso me convocó para ese partido en una cancha que tenía prácticamente piso de rispio, además de tocar un día de viento infernal”; «era preferible quebrarse que caerse», bromeó uno. Cabe subrayar que al clasificarse para Primera pasaron a ser locales en Olimpo.
Un datazo: aquel partido contra Estudiantes (en Olimpo) tuvo Huracán a ocho jugadores que se midieron a Estrella: (Becchio, Vicente Cayetano Rodríguez, Gimenez, Ginder, De Napoli; Lliteras, Ferlich y Magagna. No estuvo el arquero Azcoitia pero contó con Osvaldo Santos, quien luego atajó en Lanús, Barcelona (España), Boca y Argentinos.

Diario La Nueva Provincia. «Quique» Pérez se arroja pero no podrá evitar el 0-2 ante Rosales

En ese Estrella había otro joven valor patense Rodolfo Díaz (22/1/1950), que fue al banco en ese Regional, y al que la vida más tarde lo llevó a radicarse en Bahía Blanca y jugar para ese Huracán. Con suma emoción por la llamada, “El Bocha” dejó estas palabras para la gente de Estrella: «Llegué por los Rey, que eran prácticamente vecinos. Rercuerdos de la hinchada y de compañeros que compartí en la Liga como Cicuta Acosta, Sasso, el Baba Asborno, y Carlitos Battilana que ya no está». A las risas, recordó “cuando comíamos los kepis que las mujeres nos servían en bandeja” y la primera vez que fue a entrenar y le tiró un cañito a Pancho Prochorczuk que «me avisó ‘la próxima te corto las patas'».

De pie: J. Aguirre, Battilana, Langone, Pérez, Pintos, Formeiro, Ramón Gómez, Héctor Rey, Valenti. En cuclillas: H. Cazzulo, Rodolfo Díaz, Asborno, Martínez, Bonet, Jaidar y Ponce

El segundo cotejo también fue de visitante, el 29 de agosto, trayendo un empate de Rivadavia, ciudad ubicada al límite con La Pampa. Al minuto Ponce tuvo un tiro penal y la pelota rebotó en un poste. Los locales pasaron a ganar a los 37 minutos. Todo parecía desmoronarse, pero Héctor Rey con un tiro libre puso el 1-1 y alargó la esperanza en el petit torneo. El rival contaba con un ex profesional de Chacarita, Rodolfo Almada. “Estrella dominó, pero le faltó el hombre que concretara”, cierra la crónica el enviado de El Día, firmando así: E.E.T (por Eduardo E. Tucci).

El recorte del diario Gaceta luego del primer punto en el Cuadrangular. Empate ante Atlético Rivadavia

Angel Asborno (25/10/1947), “El Baba”, fue el motor del equipo, el hombre que después pasará por los roles que exceden al jugador. Fue técnico y presidente. Hoy mira la historia y sanguíneo, afirma: “Si se quedaban Coria, Sasso y Acosta llegábamos a Primera, te digo más, compraron de Huracán de Tres Arroyos el pase de Coria y Sasso y me entero que querían el pase mío, pero no me largaron”.
En la campaña célebre llegaron a visitar diez ciudades, y en las últimas excursiones tuvieron la compañía del presidente de la Liga Amateur Platense, Ismael  López Osornio —berissense— y el vice Héctor Zagaglia.

Cristian Nuccetelli (presidente «Cebra»), Angel Asborno (actual Vice) y Damián Zein (sobrino del «Baba» y DT de la Primera)

“Eramos un club pobre, no como uno chacarero”, analizó Langone, quien ocupó varios puestos en la línea de cuatro de Barroso, al que recordó con profunda admiración: “Se hacía respetar, pero de la manera más correcta, no a los gritos. Un poco toda esa revolución fue obra de él”. «Yayo» reconoció que aquel tiempo era de «torneos relámpagos» por todos lados, y que no era una obsesión el hecho de jugar para que ésto sea una salida laboral.

Carlos Rembis, Miguel Angel Langone y Héctor Orlando Cazzulo, un trío entregado al amor de Estrella

El cierre del torneo les dejó un consuelo, atípico triunfo 9-0 ante los mercedinos, cuando Pedro Martínez (30/9/1947) demostró sus cualidades, convirtiendo un «cuarteto de goles». El ex puntero derecho fue una especie de figurita difícil en el homenaje, porque nadie tenía su número de contacto. “Jugué en Everton y de ahí me llevaron a Estudiantes; vine a Estrella y después pasé por Mar del Plata y Azul”.

El presidente de la LAPF, Leandro Campano, entrega el diploma al goleador histórico, Pedro Martínez

Mientras un hincha de cuore le iba poniendo el carbón crujiente a la parrilla, se emociona al saber que llegó Juan Gerónimo Pintos (4/1/1951), «¡Qué jugador el Negro Pintos!», pero el hombre se desmarca con un recuerdo del que para él fue “el mejor jugador que vi en Berisso y el que más lejos llegó». ¿Quién? Osvaldo González, «Palín», al que tuvo de compañero en Villa San Carlos. El delantero se fue a Quilmes y de ahí al Atlético de Madrid, «me quiso llevar, pero no fui por mi mujer, que me decía: ‘Si no te va bien, Juan, ¿después cómo vamos a volver’?”, tiró con gracia.

El «Negro» Juan Pintos, en el 71 se destacó en el Regional y en el 73 ascendió con San Carlos

“Con esto que la AFA incorporó en los sesenta, los torneos Nacionales, hubo un quiebre, porque en todas partes se fue profesionalizando más el fútbol”, reflexionó Aldo José Vanza (8/10/1949), quien tras un breve lapso en Estrella en 1969 se dio el gusto de ser campeón con Los Tolosanos en 1971 y 1972.
Carlos Rembis (4/11/1952) se apareció con cuadrito enmarcado con una Cuarta donde empezó a jugar, «yo era el 3 y el Baba me bautizó ‘Cable pelado’. Barroso me convocaba para Reserva y a vecs a Primera”.

Cuarta de Estrella (1971). Berutti (DT), Campanucci, Alonso, Barán, Espósito, Labaroni, Rembis, Herrera, Formeiro, Sposito, Osman, Donatti y Battilana (DT)

Apenas un par de meses después del Regional llegó a la institución Ruben Aguirre (14/5/1956), un pichón de catorce años que vivía en 13 y 79, La Plata. “Leí en el diario que había prueba de jugadores y no sabía que era para 18 años, pero el técnico que era el Cabezón Osvaldo Botto me vio y me cargó la bicicleta en el auto de él para llevarme a firmar a la Liga”. Las mil y una anécdotas se grabaron en «Rubito», quien va a quedarse más de una década con estos colores, más allá de que también pasó un tiempo en el equipo de su barrio, 28 de Octubre.

Ruben Aguirre y Hugo Viera, dos compadres de la vida. El 4 vive en Lincoln y el 11 en la Costa

1978 será el año Mundialista en la República Argentina y con los ojos del mundo aquí, y un programa que frenaba todo ritmo de competencia, la Liga achicó el torneo, dividió en dos zonas, de las cuales saldrían cuatro para definir al campeón. Se denominó Copa “Luis Chilo”, en memoria de un exdirigente.
El plan de Estrella era volver a ganar un título, pero con una vara alta, superar a Villa Montoro, que entró a esa ronda final, junto a INDECO y El Cruce. Lo cierto es que Montoro venía en seguidilla de tres títulos (1975, 1976, 1977) y “La Cebra” ya no era local, porque su localía pasó a ser en la cancha de Trabajadores, pleno centro cívico de Berisso. Estrenó DT, Carlos Formeiro, retirado a la fuerza por una lesión de rodilla. El preparador físico, Jorge Lopez Osornio; el utilero Alfredo Calserasa y los colaboradores irrenunciables, César Berutti y Pablo Cazzulo, completaban el apoyo desde afuera.

Formación de Estrella en 1978, en la cancha del Parque San Martín.

“Mirá quien está en esta foto… Osvaldo Marquez, ¡un jugadorazo!”, apuntó Norberto Pietro Battista (24/2/1954). «El Beto» es todo un prócer por la intensidad y los años de ligazón al Club. «Llegué a una Cuarta en 1968 y recién me desvinculé en el 2000». Fue defensor, técnico —Cuarta—, vicepresidente, y en una circunstancia tomó el cargo principal por licencia de Ottavianelli.
Fueron llegando más «ex», como Marcelo Dubuch, conocido por su apodo «Lito», el mismo que tenía su cuñado, el actor «Lito» Cruz. Y otro que disfrutó como un chico, Luis Marrapodi: «Yo atajé», dijo sonriente. Con un vasito de vino y un sanguche de bondiola, los comensales se acomodaron y otros (que no fueron campeones) se presentaron con su historia de goles, como dos ex delanteros, Hugo Duba y Miguel Cruz, el «Conejo» y el «Mellizo».

Saludos de la hinchada. «Beto» Pietro Battista y Pedro Martínez encabezaron la salida, con la bandera

Volvía a fichar en 1978 el «Griego» Stavros Kourtis (7/11/1948), un excelente punta, rápido, hábil, uno de tantos niños que llegaron a Berisso durante la segunda Guerra Mundial: “Yo nací en Grecia y la familia llegó a Berisso en 1951. Además jugó en Villa San Carlos y fue convocado a la selección de la Primera C de AFA. “El griego está para jugar”, coincidieron todos al verlo en el homenaje.

Stavros Kourtis, un griego con alma de campeón… en tres décadas distintas: 1968, 1978 y 1982

Norberto París fue otro goleador nato que se puso la albinegra por primera vez en 1978. Al “Negro” le faltaba cumplir con Estrella, después de debutar en Gimnasia (semifinal con Central en 1970) y ascender con Villa San Carlos (a la C en 1973) y con Cambaceres (a la C en 1976).
Tres arqueros: Tomás Villarreal, quien llevará la cinta de capitán; y los alternativos, Daniel Zárate y Walter Martin, quien recordó su revolución a lo “Loco Gatti cuando me fabriqué mis propias bermudas, comprando un pantalón blanco de tela gruesa que se usaban de uniforme en el frigorífico, ¡no se rompía por nada!”.

Salud, campeón. En primera fila, los de rojo son José Cinalli y Tomás Villarreal, goleador y arquero del ’78

Estrella no le pagaba con dinero a sus refuerzos, pero éstos se sentían como en casa. “El club que te daba el toallón para bañarte, la ropa y los botines; antes de los partidos, se rifaba entre los jugadores un par de zapatos, una camisa o un vaquero”, cuenta Ruben Aguirre.
“Pirulo” es Francisco Alberto Abalos (21/2/1947), carismático, hasta para llegar con la casaca 6 al hombro. “Jugué quince años consecutivos en la Liga (1965 a 1987) y siempre con los botines Ocelote, hasta que no quedaron tapones”, tiró a las risas.

Ramón Gómez (defensor que llegó para el Regional 1971) y «Pirulo» Abalos (duro marcador en 1978)

Otro platense Walter Guzmán (28/3/1949) estuvo conmovido por tantos recuerdos, reencontrándose con Víctor Tiburzi (22/11/1956). “La última vez que nos vimos le di una foto a Víctor, pero pasó el tiempo y nunca más volvió», dice Walter. Víctor parecía haber reservado la devolución para este momento tan especial, porque se vino desde Mar del Plata con la fotografía.
Guzmán recuerda que tras esa vuelta olímpica «colgó los botines” por el nacimiento de un hijo.

Walter Guzmán y Víctor Tiburzi, foto en mano, cuando posaron juntos en la premiación de campeones 78

Angel Emilio Teves, “Pomada”, clase 55, fue otro metedor de ese conjunto de hombres, todo un hombre récord en Berisso, porque con solo 15 años debutó en Villa San Carlos, “me dicen que soy el más joven de la historia”. Ese partido se jugó en diciembre de 1970 por el torneo de Primera D.
Si a ese Estrella le hacía falta más calidad, otra incorporación fue la de Hugo Viera (30/12/1955), que estaba en la Liga de Madariaga y lleva patente “el primer partido en Estrella, con Villa Albino, hice tres goles y de ahí no paramos hasta la final; hice 10 en los últimos ocho”.

Hugo Viera, revelación del año 1978, recibe la distinción del presidente de la Liga, Ismael López Osornio

Mientras se jugaba la reserva de Estrella-Iris, los invitados especiales comparten más anécdotas, abrazos. El periodista anota: “En el 78 Pipastrelli, Paris, Asborno, Cacique Marquez, Guzmán, Aguirre, estaban en un nivel superlativo, ¡no arrugaban!”.
El problema era Villa Montoro, campeón en una seguidilla histórica, con Dardo Villegas, al que Viera “recuerdo como Bochini”.
El certamen tuvo en su Cuadrangular a Estrella, Montoro, El Cruce e INDECO, que en los áridos meses de enero jugaron partidos de ida y vuelta. La fiesta futbolística principal se iniciaban 17.45. El sábado 27 de enero Estrella, tras igualar 1-1 con INDECO (gol de Viera, de penal) la punta fue albinegra.

Diario El Día, con la foto del momento en que Viera convierte el gol del empate en el Parque San Martín

El sábado 3 de febrero de 1979 fue última fecha histórica, visitantes en “La Villa”, 96 y 118. En la previa,
“hicimos un tipo de concentración en la playa La Balandra. Se nota que yo, siendo pibe, estaba como apichonado», nos adentra Viera en un emotivo recuerdo. «El Baba Asborno y el Negro París se dieron cuenta de mis nervios, terminamos de almorzar, se pararon a mi lado y al unísono preguntan: ¿¡Cómo estás, nene!? ¿Bien…? ¡Si estás bien vos entonces hoy somos campeones! ¡La inyección que me dieron esos tipos, y recién con el tiempo te das cuenta del valor que tuvo”.
Tras un intenso primer tiempo (1 a 1) en el segundo el DT Formeiro incluyó a un muchacho del club, “El Bambino” José Luis Cinalli, quien con dos contraataques hizo delirar a todo Estrella. La chapa quedó 3-1, y una vuelta olímpica, nuevamente, consumada en campo ajeno. El autobombas los esperó en el acceso a Berisso, subiendo a los campeones gracias a la idea loca del capo de Bomberos, el griego Mijailidi, fana de La Cebra.

Formación del campeón 78. De pie: Zárate, Guzmán, Asborno, Marquez, Pietro Battista, Villarreal, Aguirre, Abalos. Agachados: Cozzolino, París, Viera, Teves, Pipastrelli y Ponce.

Con una sonrisa que complementaba la tarde más linda de lo que lleva la primavera, en un momento se dio la orden para ingresar al campo. Y muchos eligieron hacerlo con familiares, y algún niño que en este tiempo juega en infantiles del club. Tomás Villarreal (22/11/1950), arquero del campeón 78, ingresó con Pedro, «un sobrino bisnieto». A voz alzada, afirmó que «hay valores que se logran para toda la vida. Se lo dije al presidente de la Liga, que ésto se repita con otros grupos, porque todo en la Liga se hace con sacrificio. Este fue un día para tener siempre dentro de uno».

Tomás Villarreal, el arquero y capitán de Estrella con su sobrino bisnieto Pedro, que juega en las infantiles

Sergio Correa (5/5/1963), el más joven de la convocatoria, contó que “tenía 16 años cuando debuté en la Cebra». En esos años también picó en punta la Reserva, vencedor del Cuadrangular en el mismo verano del 79, dando la vuelta en la cancha del Parque San Martín, ante INDECO. Una fotografía da cuenta del original atuendo.
Destinos de la vida. Tres años después de esa alegría Gustavo Di Luca y Daniel Galli vivieron la tragedia como soldados en las islas Malvinas. El 5 del equipo era Domingo Maldonado, “Mingo”, papá de otro muchacho que hará historia en el club, Carlos Maldonado (“El Beto”, tricampeón 2006-2007).

Reserva campeona 1978-1979. De pie: P. Cazzulo (direct.), Formeiro DT, Asborno DT, Pescia, Zárate, Galli, Ricardo, Strech, Da Silva, Calserasa. Abajo: Peralta, Melnesiuk, Nedela, Rojas, Maldonado y Miguel Cruz.

“Me acuerdo el olor del Ratisalil que mi viejo se ponía en los gemelos, yo era chiquito, 6 años, y veía a mamá preparándole el bolso”, rememoró Jorge Nedela, ex intendente de Berisso hace un puñado de años. A su vez, otro simple y hermoso hincha Gabriel Kuligowski (12/8/1966) podía oler nuevamente “el aceite verde que impregnaba el cuerpo del masajista Calserasa”. Gabriel participó en CD de 1988 a 2002.
“Eramos pibes, ayudábamos a cortar el pasto… No sé, el club es mi vida. ¡Gracias por hablar de Estrella, por recordar a gente que no está, al Lolhaberry (utilero), el Negro Lacasa, sigo yendo a la cancha todos los sábados de mi vida”, contenía las lágrimas el “Tito” Roberto Osvaldo Reichman (20/10/1953), hijo de Enrique, quien le enseñó a ayudar y a colaborar siempre.

Gabriel Kuligowski, con su nieto Atilio (socio al minuto de nacer e hijo de Tadeo); atrás, Roberto Reichman

Calserasa, firme desde la primera hora, colaboró como es natural en él, tal como trae desde su infancia, formado al calor de un padre dirigente, que vivió hasta el último día enfrente a la cancha.
A la hora del homenaje no pudo estar Horacio Ottavianelli, que en esos tiempos estaba vinculado al basquet, dirigente, planillero y relojero en esos partidos que eran su vida (después pasó a colaborar en el fútbol). Sentimos que tampoco estaba en condiciones «El Flaco» Pablo Omar Cazzulo (21/10/1946), un activo dirigente —hoy en CRISFA—, pero sí estuvo su hermano Héctor Orlando Cazzulo (16/2/1944), que en 1970 llegó con sus goles tras dejar al otro equipo del barrio, que coexistía a dos cuadras, El Fortín.
Uno y otro recuerdo, como el público que en esos años se ingeniaban para «ver mejor», y subían algún camión con acoplado que hacía de tribuna. Una vez, para un clásico, el Municipio dio a préstamo uno de los palcos que se usaban en actos patrióticos.

¡Década del 60! En el buffet de Estrella los jugadores ya cenaron: Héctor Rey, Formeiro, Oviedo, Massa

“Yo era pibito y trepaba los paredones para ver jugar a los Rey, a Coquete Ojeda, y cómo la colgaba de tiro libre Talone”, rememoró Jorge Sidor (clase ’54), quien fue refuerzo para el Regional 1979-1980.
El destino nos arrancó a algunos muchachos entrañables, Juan Ramón Canone, José María Talone, Raúl Salinas, Daniel Epeloa, Luis Pozzi, “El Nene” González, Miguel Velazquez, “El Loco” Skrlac, “Quique” Pérez, Jorge Cline, Carlos Battilana, Raúl Leone, Jorge Pérez Aguirre, Juan “Pancho” Prochorczuk, Juan Carlos Ponce, Osvaldo Marques, Aníbal Garibaldi, Ernesto “Nene” Cozzolino, y Oscar Barroso, que partió este año y hasta sus cenizas se hicieron cancha, porque se esparcieron en el predio de Leveratto y Asunción, la que hoy es 8 y 163 y donde el futuro seguirá dandole jugadores a Estrella.

El tricampeón 1970. Parados: Barroso (DT), Prochorzuk, Jorge Rey, Raúl Valenti, Battilana y Berutti (ayud.);
en cuclillas: Rembis, Héctor Cazzulo, Langone, Asborno, Ponce, Cline, Jaidar y Jorge Aguirre

En ese río que es el tiempo las ganas de verlos, de saber de ellos, me puso como maestro de ceremonias en un día que la madre Liga Amateur no podrá dejar de recordar nunca. Como en toda historia de amor quedó una escena, de esas que se presentan sin guión, ni organización previa. Fue la pasión que brotó de los actuales cracks de la Primera que al terminar la entrada en calor se mezclaron en un abrazo con ellos, los laureados, a los que la vida hizo volver por algo… El presente se detuvo ante el pasado, en carne viva.
La Liga cumplió con una deuda de gratitud. La primera de todas, y ahora queremos pasear en la nostalgia de todos los colores legendarios, club por club.

La Primera de Estrella en un saludo que cruza varias generaciones, con una misma pasión: el fútbol

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