Nació el 13 de noviembre de 1914, casi a la par de la Liga, que es de 1913, y en una vida de sesenta y tres años se transformó en el autodidacta padre de cinco hijos y un auténtico maestro en las relaciones públicas que tuvo su propio diario y sin proponerse quedar en el bronce, hoy su nombre está presente en el campo de juego del Centro de Fomento Curuzú Cuatiá. A 110 años de su natalicio, y en la previa de un homenaje que se enmarca en el ciclo “Los grandes campeones de la historia”, esta es una semblanza que pretende rendir tributo a un sembrador del bien público, a un gran personaje que rodeó al plantel y edificó un lugar para que la Liga tuviera una nueva cancha en los albores de la década del 70.
José Manuel Terrier fue padre de cinco hijos, el mayor lleva su nombre y a los 79 años reside en Miami;
Cecilia Carmen y María Elena (a la que llaman Malena) están al al tanto del evento de la Liga y de la institución rojiverde. Daniel y María Teresa ya partieron. Señalaron que en 1955 se mudaron a Villa Elisa, el lugar soñado por su padre. Antes, los siete habitaron un “chalecito” en City Bell, sobre la calle Cantilo, que fue quedando chico. Y pueden contar vivencias del amor de su papá por el club y el pueblo que recorrió durante veintitrés años.
Contaba con una imprenta, que estuvo siempre en la casa paterna de la avenida 53 entre 16 y 17. Y había fundado el periódico La Reforma Ilustrada, que durante dos décadas fue infaltable en los hogares de la zona norte (se distribuía en Gonnet, City Bell, Arturo Segui y Villa Elisa). José hacía todo: entrevistar y escribir los textos, buscar la noticia y la publicidad; por supuesto, aprendió a diseñar y a imprimir esos ejemplares. Un hombre de trabajo y vivió la fe, con actos de beneficiencia y asistiendo a misa todos los domingos.
La flecha de un club alcanzó a dar en su alma noble y se asoció al Centro de Fomento Curuzú Cuatiá, llamado a participar en la dirigencia. Y aglutinó a la gente, siempre con su caballito de batalla: La Reforma Ilustrada, que terminó siendo el órgano difusor convocante para todo evento.
Materializó sueños. El Predio actual, que hoy lleva su nombre, y la iluminación. Además apoyó a la ciudad en sus necesidades, los refugios de colectivos en el Camino Belgrano, la estafeta postal y el nuevo sistema de iluminación a gas de mercurio, de un tramo de la calle Arana, entre Centenario y la vieja 23, unos días después de que Curuzú Cuatiá y Terrier, como presidente, lograran el título de campeones de 1974 de la Liga Amateur Platense de Fútbol.
La solidaridad fue una especialidad: juntaba juguetes para las celebraciones del Día del Niño en la sede. Y tenía amistad con los vecinos y con los curas franciscanos lugareños, que ante el pedido de ayuda, les donó un lote de su propio terreno. Allí se levantó la capilla Nuestra Señora de Fátima (con la virgen traída desde un templo de Portugal). Don José era católico y colaboraba con la iglesia; de hecho, en los talleres gráficos editó e imprimió la revista “Paz y Bien” sin recibir remuneración económica.
Con sus lentes gruesos, de traje y corbata, sintió como un llamado aceptar la reelección cuando ya sentía cansancio y aceptará, “pese a negarse sistemáticamente”, según reza la crónica de Onda –seudónimo de un periodista deportivo–.
Se lo recuerda caminando, y en todos los detalles, como en alguna fecha patriótica cuando encabezaba la comitiva que llegaba a la plaza del pueblo para ofrendar una corona al busto del General José de San Martín, con el nombre del CF Curuzú Cuatiá.
Bajo su mandato se organizaron bailes en la sede que se recuerdan hasta hoy como espectáculos de lujo por el nivel de los invitados en el escenario. Joan Manuel Serrat, por ejemplo, colmó las instalaciones, al igual que Sandro, Los Gatos con Lito Nebbia y Sergio Denis”.
“No era hombre de fútbol, sino un dirigente social”, sumó una definición el doctor Néstor Saggese, su yerno, reconocido médico que atendió los planteles de Gimnasia en los 80 y a otros deportistas.
Sin embargo, don José y su espíritu inquieto lo involucró en todos los estamentos sociales, desde hablar con el intendente, hasta el jugador de fútbol. En ese sentido, fue difusor de la Liga Suburbana Norte donde Curuzú llevó al primer puesto la garra y calidad de sus equipos. En el libro “Nuestra Historia”, realizado por Damián Andrés Chiruzzi (hoy preside el club) está en una fotografía con un once campeón de 1963 (desde 1962 a 1965 lograron una seguidilla de éxitos en el desaparecido campeonato). Después, tal como acordaron los directivos, había chances de que la Liga Amateur Platense de Fútbol le abriera un cupo al club ganador de la Suburbana. Así, “Curu” probó en 1967, cuando no existía divisional B y competirá directamente en el torneo superior (arrasó la Reserva).
FALTABA UNA CANCHA Y SE HIZO “LA LUZ”
Cuatro temporadas, las primeras de afiliación, vieron jugar a los equipos rojiverdes en el escenario del vecino Deportivo Villa Elisa y hasta “fuimos locales en Villa Albino, ¡en Ensenada!”. La Cuarta, que se disputaba en una jornada distinta (domingos) utilizaba la cancha del Batallón de Comunicaciones 601 de City Bell, una muestra más de que allí también atendían los llamados del conductor Terrier.
Pero la iniciativa de comprar un terreno encontró seria resistencia de los portugueses, en una CD que en sus raíces siempre contó con mayoría de nacidos en aquel país europeo. No querían la pelota, ya que sus intereses pasaban por las actividades sociales y culturales en la sede. Con media Comisión en contra se embarcaron. El resto, los que no entendieron la pasión de jugar “football”, más tarde fundaron la Casa de Portugal “Virgen de Fátima” para seguir con sus costumbres.
Según se pudo saber pese a la disidencia Terrier mantuvo la cordialidad con aquel grupo de socios. Hizo las tratativas para conseguir el terreno, “a bajo costo”, en un espacio verde donde antes “cultivaban flores”.
El 3 de agosto de 1972 presentaron a sus simpatizantes y a su comunidad el hermoso predio. Fue un sábado que coincidió con el 26 aniversario; ante tanta emoción, golearon a Everton, 4 a 1, y el honor del primer gol se percibe hoy en una frase de “Yeyo” Quintas: “Ese día metí dos goles, uno en cada arco, el primero y el último”, cuenta a los 76 años. con muchas ganas de volver a reencontrarse con ex aquellos compañeros y pisar la gramilla en el evento que se avecina. Para la estadística fue a los 16 minutos del primer tiempo que la pelota impulsada por Quintas superó al arquero Gimenez. En tres semanas Terrier cumplía 58 años de edad. A fin de año, las palabras de Ismael López Osornio, el presidente de la Liga, quedaron impresas en la Memoria anual del ’72: “Este fue uno de los hechos más sobresalientes del año, por el esfuerzo de titanes de dirigientes amateurista”, señalando que además de Curuzú también El Cruce pudo estrenar su cancha.
“Terrier fue también el mentor del sistema de iluminación”, aseguran los hermanos Goncalves, José y Daniel, que tienen 76 y 73 años, y no viven de recuerdos, pero en estas horas y frente al homenaje no pueden ocultar sus sentimientos y reaparece en sus almas el querido Franklin Goncalves, hermano mayor fallecido, arquero del Curu en los años bautismales en la Liga Amateur Platense de Fútbol.
¿¡Cómo hicieron para las luces!? Los inversionistas estaban en José María Gutiérrez, la localidad vecina que pertenece al distrito de Berazategui. Eran dos jovenes emprendedores conocieron a Terrier en algunas reuniones familiares. Es que Cecilia Terrier (hija del ex presi y que ahora tiene 78 años) inició un noviazgo con Miguel Albanese, quien era dueño de dos panaderías, en sociedad con su hermano Eduardo Albanese (luego brillará en la primera del “Curu”). A los dueños de la panadería San Marcos les gustaba ayudar y mucho más para este club. “Nos iba bien y decidimos invertir, comprando los materiales y la mano de obra de la instalación. Después, el club nos devolvió el porcentaje con las entradas vendidas de los torneos nocturnos, de edades libres, que se jugaban los lunes, miércoles y viernes, tres partidos cada día. Otra parte de la recaudación iba para mantener al club en la Liga, viajes, ropa, elementos. Terrier era un tipo muy capaz y piola para armar cosas, tenía mucha convocatoria y se lucía en todo lo que se proponía”, afirma Eduardo, quien ya está conversando con otros ex jugadores para participar del festejo a 50 años del primer título.
La obra en síntesis: seis postes ó columnas (tres de cada lateral), a treces metros de altura, con una terminación en una T de fierro donde estaban los cuatro faroles de 1500 W de potencia. “La iluminación era espectacular, como si fuese de día”, afirman.
Ya no solo había nocturnos en el Depo, sino en el Curu, una verdadera tradición villaelisense. “Hacíamos publicidad con cartelera gráfica y salíamos con engrudo y brochazos hasta Varela”, evoca Daniel Goncalves. En los afiches queda una huella de la historia: Av. San Martín y 19, la dirección, tal como se denominaban las calles en ese tiempo de la comuna platense. Hoy la San Martín es La Garza, y la numeración 411. “Los torneos eran de diciembre a marzo, y no había tanta gente para atender eso”, reflexiona Daniel, dando a entender que el camino no fue rosas.
Terrier murió a los 63, por una gripe. Era el presidente en ejercicio. Asistieron a su domicilio, en nombre del club, los directivos Ernesto Alvariño y Daniel Goncalves.
“El 30 de noviembre vamos a recibir a nuestras glorias y a reponer una parte de la historia”, avisa Chiruzzi, que nació en Villa Elisa el mismo año 1978 en que partía aquel ser humano. Para mayor coincidencia, a Damián lo inspiró alguna vez, siendo jugador del Senior, conocer por qué el predio llevaba el nombre de José Manuel Terrier. Fue éste el motivo de su inspiración para escribir el libro, que dejó en nuestra casa. En estas horas, junto a sus pares de Comisión Directiva, se organizan para reponer el cartel que un día se estropeó en una tormenta. Y así seguir pensando en los orígenes del lugar, persiguiendo con amor los pasos sociales y progresistas de un pionero.
30 DE NOVIEMBRE: HOMENAJE HISTÓRICO Y “DÍA DEL HINCHA”
El 30 de noviembre de 2024 la Liga y el club van a agasajar a los campeones de 1974. Otra coincidencia es que será sàbado, como aquel 30 de noviembre de 1974 cuando el equipo gritó el dale campeón en la adversidad de una cancha de Villa Montoro que no do garantías para dar la vuelta olímpica.
Van a estar presentes distintas personalidades de aquel tiempo y no faltará la foto del equipo lográndola cincuenta años después. Con los que están y sienten ganas de celebrar los años divinos jugando fútbol oficial: Juan Amílcar Lachalde (El Flaco), José Manuel Quintas (Yeyo), Gabriel Mariescurrena (Puchero), Hugo Peralta (Uruguayo), Oscar Angel Medina (Tato), Raúl Tabieres (El Indio). Ricardo Rogosz, Abel Galarza, José Luis Da Conceicao. Aún restan ubicar a otros que venían desde Gutiérrez, Adelmo Heredia (Chocolate), Francisco Martínez (Pancho) y Humberto Garnica.
Habrá familiares de otras figuras que dejaron este mundo, Juan Carlos Martinicorena, Héctor Llanan, Julio César Ramos Mexía, Néstor Sbatella. Antonio Riquelme, Claudio Batisti y del entrenador Martín Pedro Barjak (también fue dirigente).
Además, sorpresas por el nuevo Día del Hincha que se anuncia en el concierto del fútbol argentino. Sí, Curuzú instaura un nuevo día para su familia deportiva. Y otros invitados serán agasajados, como algún ex jugador de la Liga Suburbana Norte, de la Reserva de 1967, y de la Cuarta campeona de 1971 y 1974.
Un espectáculo imperdible, que tendrá el acompañamiento de algunas empresas de la región.
WOW (publicidad de impacto), cuyo cofundador Juan Francisco Allan es de cuna villaelisense, y Turismo Los Amigos.