José César Helguera había nacido en Tucumán el 30 de mayo de 1955. En La Plata fue y será “El Toti”, el alma que hoy tomó vuelo a otra dimensión y que entre Liguistas podrá volver en recuerdos de los cracks, los diez más habilidosos de la historia que se escribió entre la década del 70 y 90. Lo quisieron mucho sus compañeros y rivales, que en el campo de juego vieron a un “zurdo de los de antes”, de pases al centímetro y con tiros libres formidables. Villa Montoro (campeón tres veces), For Ever y Circunvalación fueron sus camisetas en la Liga Amateur Platense de Fútbol. También fue una promesa de Estudiantes y de Gimnasia en edades juveniles.
La pelota era un pedazo de su corazón inocente. Un tipo que parecía un chico, como lo describió uno de los que jugaron a su lado y entraba con “Toti” a vestuarios alegres. Más allá de los triunfos pasajeros, se llenó de amistades perdurables, y “los más conocidos nacieron nada menos que en la Liga de La Plata”, señaló “Toti” en diciembre del año pasado, cuando entramos en una serie de conversaciones telefónicas y una vez en persona, mientras iba tomando forma el homenaje a la camada de campeones de Villa Montoro (a realizarse el próximo 29 de junio), donde él formó parte del planteles en 1975, 1984 y 1986.
“A uno lo mimaron y lo criaron acá en Montoro, y le agradezco a la familia Loza y Sandoval, pero era todo el barrio, porque vos sabes que la Liga contagiaba a todo el barrio. La época de nosotros fue maravillosa. Coseché muchas amistades. Gracias a Dios me quieren mucho. Te podría hablar de grandes jugadores, aún de algunos que fueron contrarios y re-amigos, Coria, “Cicuta” Acosta, Sasso, Capel… En la vida nada se pierde”, sentenciaba mientras una foto histórica que le alcanzaba su entrenador y maestro Alfio Loza conectaba a “Toti” con ese pasado de jugador.
“Los tiempos eran difíciles porque mi viejo no quería que jugara al fútbol y me sacó de Gimnasia”, recordó el morocho, que también fue juvenil de Estudiantes, en la época de los delegados Eduardo Pueblas y Leopoldo Magariños. Pero “Toti Helguera salió a laburar muy pronto, “vendiendo diarios en la calle, mientras lo iban a buscar del Pincha”, recuerdan sus compañeros de Montoro que en 1975 lo tuvieron como un pichón de veinte años.
Ese título del ’75 fue el primero de la historia del “Villero”. Volvió en 1984 en la “B” y sus fuerzas colaboraron con el ascenso, y en 1986 pasó lo mismo, Helguera llenará de lujos cada vez que podía estar a disposición. Una familia numerosa le hacía priorizar el sustento de la casa.
“Lo importante no es lo que se logró… Lo importante es la esencia de ese fútbol que en la Liga se veía un montón en esos tiempos. Amo es fútbol, porque está ahí la esencia de todo jugador que nace con los dones, y están otros que con apoyo de la familia pueden llegar”, reflexionaba.
Muchos aficionados liguistas saben de prospectos que han generado asombro y abundaron en una época de la sociedad con mayores espacios verdes, canchas abiertas donde los mejores sobresalían por habilidad y guapeza, y luego eran llevados por los técnicos a distintos clubes barriales con afiliación en la Liga del fútbol amateur local.
Aunque estaba orgulloso de jugar en forma amateur, llegó a tener un sueño profesional. ”Iba a firmar contrato en Paraguay pero tuve mala suerte, porque en un partido de preparación con Luqueño me rompieron y tuve que volver. Un hermano un día me dijo ‘vos no fuiste nada’, pero le dije que estaba equivocado”.

Helguera era un típico enganche, número 10, “el único que jugaba suelto en toda la cancha”, dijo en una nota grupal que compartió con el periodista Gabriel López, donde se encontraban Antonio Bizzozero, Oscar Alvarez, Carlos Benítez, Pedro Sánchez, Dardo Villegas, Raúl Sandoval, el DT Alfio Loza y el dirigente José Luis Dos Santos, de la generación histórica de los azulgranas de la zona sur.
Recordó con ganas: “Por empezar el señor Carlos Benítez… Dardo Villegas… Mario Liporace… El Gato Rey… El “Halacrán” Torres, que jugó en Racing. ¡Señores jugadores! Y un gran arquero que atajó en Estudiantes y de viejo fue a Villa Montoro, Carlos Hurinich. A medida que hablo con usted me estoy acordando de toda la muchachada y de los amigos. Si alguno quiere recordar todos esos momentos de la vida feliz, acá están…”, expresó otra vez.
En 1975, el sistema de disputa que imperaba en la Liga era dividir los equipos en dos zonas y los dos primeros de cada una definían por sumatoria de puntos en un “Cuadrangular Final”, con choques de ida y vuelta —seis fechas—. Por una zona llegaron Villa Montoro y Julián Aguirre; por la otra, Estrella y Los Tolosanos. El sábado 27 de diciembre de 1975 Montoro aseguró los dos puntos que necesitaba con goleada 3 a 0 sobre Aguirre, que fue local en El Cruce, en la calle 20 y 522, muy cerca de donde hoy existe un hipermercado. Esa tarde, bajo el arbitraje de Angel Picolillo, el nuevo campeón alistó a Néstor Canizzo; Raúl Sandoval, Carlos Benítez, Torres, Pedro Sánchez; Dardo Villegas, Oscar Alvarez, Guillermo Alvarez; Demetrio Zárate, Norberto Rey y JOSÉ HELGUERA. En ese plantel también se destacaban Luis Amaya, Oscar Lucero, Ruben Tordo, Marcelo Villavicencio, Roberto Brambilla y Alberto Mendez.

“Lo mío fue acá o allá, anduve por todos lados”, se autodefinió Jorge, amable, servicial, con una sana inocencia. “El Toti en el barrio era como Diego Maradona y nos enseñaba a jugar”, comentó un joven que se crió en el barrio de Montoro, de los tantos que admiraron su estirpe.
Jugó un año para For Ever, y en ese equipo encontró a figuras como Héctor Rey, Hugo Queiruga y el “Tano” Antonio Guarracino, además de un par de referentes del club de El Mondongo, como Raúl Fracassi y Gustavo Fracassi (actual presidente).

Volvió a Villa Montoro en el ’84 para levantar otra vez vuelo desde una experiencia corta en la Primera B, donde de la mano de Carlos Benítez se armó un equipazo y “El Toti” fue uno de los ejes ofensivos. En 1986 lograron el torneo de la “A” en una definición apasionante. En la última fecha debían ganarle a Lenci si querían terminar primeros, y aquel grupo, con algunos de los célebres tricampeones de los años 70, devolvió a Montoro al primer plano deportivo. La noticia en las páginas deportivas de los diarios La Razón, El Día y Gaceta daba cuenta del triunfazo 1-0 (gol de Luis Ale) el sábado 13 de diciembre de 1986, con esta formación: Ruben Luciano; César Soria, Carlos Zubiría, Oscar Alvarez y Luis Ale; Dardo Villegas, Daniel Pérez, Pedro Sánchez; HELGUERA; Diego Lynn y Oscar Martínez. Ingresaron luego Antonio Bizzozero y Oscar Videla.

El CF Circunvalación, de camiseta verde y amarilla, fue su última experiencia en la Liga en 1991, en un torneo de la “B” que los tuvo al acecho por el ascenso, pero llegaron a a esa meta San Martin de Los Hornos y Fuerte Barragán de Ensenada.
“Se sacaba a los tipos de encima como si nada y me dejaba con el arquero y me decía ‘tomá, hacelo’, por eso yo salía goleador” cuenta Carlos López, compañero tanto en Liga como en un sinfín de torneos de fin de semana, desde la Isla Santiago, la cancha del exBIM 3 (con equipos de la policía, el ejército y la gendarmería), o hasta sus últimos piques en un campeonato entre iglesias donde, pese a sus dolencias, quería jugar siempre. Hasta que se le salió la rodilla.

“Acá estamos, de pie, aprovechando todo lo que la vida nos dé hasta que un día partamos…” expresaba con buen humor. “La verdad que ver esas fotos y tanta gente que a uno lo vio y conoce… Estar conectado con el fútbol, que es lo más hermoso que la vida me dio junto a mis hijos… Estoy tremendamente agradecido y me emociono un montón ver el trabajo que hiciste para juntarnos… espectacular… Era hora que la gente se de cuenta que los potreros, los barrios y la Liga es la esencia de cada persona que nace para jugar al fútbol… Y los que no nacen… hoy también llegan…”.
Se apagó una figura que se catalogará entre las mejores de la historia. Sobrevivió con sus propias fuerzas, sin jubilación, con changas de todo tipo, y con eso que hace falta en estos días, humildad y alegría. Eso que valoramos todos. Once hijos, nueve de ellos de su primer matrimonio con Nelly.
A los 68 años su alma divina voló al encuentro con la luz de Dios, tal como él creía firmemente, aceptando los límites naturales y la existencia de un poder superior.
Te queríamos ver otra vez campeón, pero el viaje es así. La última vez nos despedimos en el micro, una noche de verano donde aprendí de la filosofía de la calle y la charla que tenía como foco el próximo homenaje a Villa Montoro. Lo disfrutamos, “Toti”, auque no estés, ya sabes que te quedaste para siempre, en el potrero, en la Liga y en la vida de los héroes del silencio.
Gabriel “Colo” López
Periodista deportivo