Adiós a un alma “Fuerte” del fútbol amateur: Miguel Pecorelli

Fue el artífice del paso de uno de los grandes clubes que hicieron historia en la Liga Amateur Platense y un torneo del Consejo Federal de AFA. En esta nota rendimos tributo a Miguel Angel Pecorelli, dirigente del Club Atlético Fuerte Barragán durante los doce años de afiliación a la casa madre del fútbol platense. A los 74 años su corazón dejó de latir y escaparon lágrimas en jugadores y compañeros de Comisión Directiva. Un sembrador del surco del bien público que no sobresalía por el decir sino por el hacer. “Un gran emprendedor y un amigo desde siempre”, señaló Daniel Nucera, quien fue representante del club de Ensenada ante nuestra liga.

Miguel había nacido el 9 de mayo de 1950 en Berisso, calle Ostende y Guayaquil, ayudando en el trabajo a su papá y abuelo, que en la isla Paulino tenían parrales de donde extraían el vino “de la viña”.
Se casó con Norma Carballeda y formó una familia con dos hijos, Mariano y Valeria.
Miguel no era solo una personalidad ligada al fútbol. Tenía una gran exposición social; asiduo habitante de la sede del Fuerte, cita en la calle Brasil (vivía a la vuelta de la manzana del Club) se desvivía por el progreso de la infancia y la juventud en diversas expresiones deportivas, como también se alineó a los temas de la tercera edad.

Pero el hombre logró trascender los límites de la ciudad con el deporte que es pasión de multitudes. Eso tiene su raíz, cuando él trabajaba en Propulsora Siderúrgica, la empresa donde alcanzó un alto cargo. No faltaba a la cita de cada campeonato Inter-fábricas en el que despuntaba el vicio con otros amantes de la pelota. Competían contra equipos de Astilleros, YPF, Sindicato de la Carne, Textil Olmos y empresas de Petroquímica, como lo era Propulsora Siderúrgica, donde “Peco” jugaba y organizaba el equipo, contando una ventaja: el predio ubicado en Punta Lara, en medio de la naturaleza, en la avenida Almirante Brown y arroyo El Zanjón.

Fuerte Barragán, con Pecorelli como jugador (en la foto posa en cucillas, el tercero desde la izquierda)

Como buen petiso, inquieto y divertido, que se agrandó después de anotarse en CAFILA (una liga barrial ya disuelta), desde donde agarró el trampolín para un sueño que trabajó con su seriedad habitual: “Vamos a entrar a la Liga Amateur Platense de Fútbol”.
Así fue que en 1990 fue el artífice de la afiliación con el nombre de una entidad civil, tal cual reza la norma estatutaria. Para mayor orgullo, presentó todos los avales del Club Atlético Fuerte Barragán e ingresaron en una divisional B que solo exigía Primera y Reserva. De la mano del técnico Roque Melián, y con dos baluartes como Sergio Correa y Roberto Casella (en un pasado campeones con Estrella) ascendieron como subcampeones, detrás de San Martín. El equipo vestía camisetas azules del último modelo Adidas.
Después de este logró el dirigente habló con un nuevo DT, Oscar Barroso, “para estar a la altura de la máxima categoría”, tomando el consejo del preparador físico Guillermo Pallanza. Barroso había sido uno de los más destacados entrenadores de la Liga que condujo a Estrella hasta las finales del Regional y a mediados de los 70 se relacionó con Carlos Bilardo, ya que condujo los tres planteles juveniles de Sexta a Cuarta mientras el “Narigón” realizaba su primera gran campaña en Primera en 1975. “Oscar fue un padre”, consideró Pecorelli, que aprendió del entrenador.
Sorprendieron no solo por la ropa y el predio, sino por las incorporaciones de renombre de jugadores, ex Estudiantes y Gimnasia (que llegaron a firmar contrato profesional) y ex campeones con Cambaceres y Villa San Carlos, con demandas en Ligas del interior. La mano derecha bien apretada de Pecorelli y la vista clavada en los ojos de talentosos como Gustavo Rezza, Guillermo Pantaleo, Carlos Girardengo, Fabián Haramboure, Hugo Capel, Carlos Alcaraz, Roberto Marra, Luis Martín. Carnets con muchachos de las categorías sesentas, setentas y ochentas. Propulsora Siderúrgica brindó comodidades deportivas y algún progreso con vacantes laborales en la empresa. El Fuerte ganaba los clásicos barriales contra Pettirossi y Villa Albino, y pronto se mudó “la pica” con el nuevo clásico, Estrella de Berisso.

Sábado 3 de agosto de 1996. Un equipo que entrenaba mucho y jugaba con solidez se llevó el Apertura

Si había una virtud que valoró Pecorelli y embebió en la vida fue el respeto. Aprendió mucho al lado de Barroso y el mensaje se potenció con el entrenador, pintando de cuerpo entero a las delegaciones. Una dupla que se cansó de festejar victorias y compartir momentos fuera de la cancha. Hombre observador, que hablaba poco y vivía para servir. En un momento estuvo cerca de armar otro club, ante la oferta que llegó de la misma empresa, para instalarse en los jardines de Propulsora. Se desechó en 1994 y en los medios había sonado el nombre que Pecorelli no desmintió: hubiese nacido Copersider.
Al cabo de cinco torneos donde por poco se les negó la vuelta olímpica, 1996 trajo vientos favorables y nació un equipo extraordinario. La primera señal exitosa estaba en Punta Lara (el barrio de la cancha donde eran locales). Allí vivía Ubaldo Mareco, un talentoso 10 de trayectoria, ex Pincha, Cerro Porteño y Deportivo Quito, que solía acercarse a las prácticas del Fuerte. El dirigente apenas obtuvo el visto bueno del enganche tramitó el pase internacional en Ecuador. Su maravilosa pegada encontró eco en temibles goleadores de la época, Nicolás Regina, y un “9” muy técnico, Luis Oscar Martín, hoy preparador físico de la selección Argentina campeona del mundo.

Campeones por primera vez en la A, en el estadio de Estudiantes. Los rojos del Fuerte Barragán

El sueño del dirigente tocará el techo en el Torneo Argentino B de AFA 1996-97, cuando clasificaron en una zona donde de cuatro equipos solo pasaba uno, y lamentaron ese punto que les faltó para  clasificar a la tercera fase.
En la temporada liguista de 1998 Pecorelli volvió a sorprender. Presentó como DT a un reconocido ex jugador campeón con Estudiantes 82-83, Claudio Gugnali, quien era vecino de Ensenada y muy cercano a la casa del dirigente. Recién se recibía de director técnico y después de la Liga vendría AFA y un 2014 en un Mundial como ayudante de Sabella en el subcampeonato que la Selección lograba en Brasil.
“El grupo que se cosechó en Fuerte Barragán perdura por un hombre que siempre estuvo, ‘che, Miguel, necesitamos resolver esto’ y él siempre trataba de buscar la solución y si no la tenía la buscaba”, se oyó anoche la voz de Christian Jorge Rey, arquero campeón en el 96.
“La cancha del Fuerte daba gusto, duchas de agua caliente; una cancha donde se veía bien de todos lados, con posibilidades de que el público entrara y saliera cómodamente cuando en aquel entonces había pocas canchas buenas”, comentó Ezequiel Eduardo Basso, otro guardavallas, que fue subcampeón en el 2000.
“El sueño de Miguel fue generar un vínculo que hasta hoy nos une en el recuerdo a tantos jugadores. Será eterno como su sueño de construir de la nada un equipo campeón de la Liga Platense. Gracias Miguelito por incorporarme a tu sueño Fuerte Barragán. ¡Descansa en paz!”, escribió Girardengo, que también organizó el fútbol infantil en el club, siendo subsede clasificatoria para el Mundialito de Aldosivi de Mar del Plata. Por esos contactos aceitados, entre Girardengo, Gugnali y Pecorelli lograron que un pibe que entró a la cuarta con 17 años, Facundo Massa, saltara del amateurismo a jugar el Nacional B para el “Tiburón”.

El pase que firmó Miguel Pecorelli. El pibe Massa, valor de la Liga Amateur que aprovechó su chance

Fuerte jugó su última jornada oficial a fines de 2001. Un país devastado en lo económico mermó las fuerzas de Miguel y sus pares de comisión, y en una nota periodística confesó honestamente lo que estaba pasando: “No queríamos seguir. No le echo la culpa a la Liga. Cada jefe de familia sabe cuáles son los ingresos y por Ensenada no daba para más”. Todos los jugadores quedaban libres.
Continuó con otros menesteres. Un romántico de mirada algo ingenua que no dejó de perseverar con empuje, con el cuerpo delicado y el alma fuerte, sembrando con obras en ese surco del bien público. En el final supo que el Club iba a poder terminar el techo con el apoyo de la comuna que gobierna Mario Secco. En el final voló de alegría en el reconocimiento a Martín, y entonces en abril de 2023 regresó a la casa madre de la Liga Amateur Platense de Fútbol para abrazar a ese ídolo, un amigo que venía de Qatar siendo campeón del mundo. En el final se dirigió a Estrella para esparcir las cenizas del amigo Barroso que tenía ese deseo en vida. En el final aceptó una vez más cuando el cuerpo no respondió. Y el alma supo que debía alejarse de tantos amigos y sueños. Los que tenía con sus compañeros de la dirigencia por la tercera edad, por la biblioteca popular. El hombre que festejaba en su club de barrio todas las fechas patrias y cocinana. Solidario en la organización de eventos que prestaban ayuda a otras instituciones. Simpático, entrenador y competitivo cuando lo veían jugar al tejo mientras olvidaba un rato sus problemas de salud y los de este mundo.
Su corazón buenazo dejó de latir y los que somos parte de la escuela de la Liga Amateur Platense hoy alzamos la mirada y despedimos con honores en su vuelo a Miguel, que alcanzará las mayores alturas, con dignidad, como lo pudo hacer con su amado Club Atlético Fuerte Barragán.

Por Gabriel “Colo” López
Periodista

Miguel Pecorelli y Alfredo Armendariz recibieron al profesor Martín en la sede del Club Fuerte Barragán


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